Proyecto: Estudio de arquitectura, Destudio

Después de pasar el día en las paradisíacas playas de la isla de Formentera, Ritmo se piensa como el espacio al que acudir para disfrutar relajadamente de una maravillosa puesta de sol y animarse a medida que la noche mediterránea va cogiendo protagonismo.

El local está situado en el centro neurálgico de la isla y cuenta con la particularidad de ser un edifico exento, lo que le dota de una magnífica presencia desde varios puntos de vista. El proyecto de rehabilitación del edificio se centró en eliminar palimpsestos y subrayar las arcadas de medio punto como el elemento característico del edificio. Esta actuación tuvo también el objetivo de habilitar la cubierta en desuso e integrar el edificio en el entorno mediterráneo mediante el revestimiento de cal en toda la envolvente.

Interiormente, el restaurante cuenta con una terraza en planta baja elevada sobre el nivel de la calle, a la que se le ha dado un tratamiento más urbano y sobre la que existe la intención de prolongarla hacia el interior de la planta maximizando la apertura de huecos de fachada y unificando el pavimento de ambas zonas. La paleta de materiales empleados en el interior responde al carácter de la isla: solo se permite el uso de materiales naturales y típicamente mediterráneos como el barro, la madera, el yute, el terrazo o el mimbre. Estos materiales están presentes desde el pavimento (que con sus lúdicos despieces participa en las fiestas de los comensales) hasta el techo (donde paneles de mimbre cumplen funciones acústica y decorativa) pasando por la decoración.

Como parte de la experiencia del cliente, se presta especial atención a los aseos, tamizados tras una celosía de barro, donde los arcos de medio punto vuelven a estar presentes en los espejos. El gran protagonista de este espacio es un gran lavamanos corrido a modo de abrevadero, realizado en terrazo, que al ser común obliga a interactuar a sus usuarios.

En la planta superior se instala una gran pérgola realizada con madera de castaño y eucalipto, presente en muchas de las cercanas playas de la isla. Con ella, se tamiza la entrada del sol y se refuerza la presencia mediterránea. La decoración repite de nuevo el leitmotiv del empleo natural en materiales y también en colores (terracota, aguamar,…). Es esta planta la que cuenta con las mejores vistas de la puesta de sol desde el centro de la isla y es en ella donde se proyecta un juego de luces y música para, desde ese atardecer, animar el ritmo de la noche.

Fotografía: Luca Feller