El proyecto consistía en la reconversión de un casal tradicional decimonónico, con una fachada de trazas góticas, a un pequeño establecimiento turístico de calidad, de 18 habitaciones y los servicios complementarios necesarios en su categoría. Esta reforma integral del edificio catalogado del siglo XIV-XIX, fue llevada a cabo por HomeArt Studio.
Para ello, el proceso a seguir seria en primer lugar un análisis e investigación exhaustiva del edificio, un intento de resolución del puzle generado, y por último una relectura de la solución arquitectónica y de diseño propuesta.
En cuanto al análisis e investigación, es un edificio protegido con múltiples condicionantes para el proyecto. Algunas oportunidades y algunas amenazas. La propia catalogación obliga a mantener y recuperar elementos como los patios y escaleras e impide la reestructuración de algunas plantas, y de la volumetría en particular. Algunos de los condicionantes vienen incluso de aspectos relatados por el Archiduque Luis Salvador, aunque hoy se encuentran desaparecidos.
En los encargos, siempre hay algunas cuestiones previas a resolver, y este proyecto no iba ser diferente, sino todo lo contrario; un hotel de lujo. ¿Qué es el lujo? Yo prefiero hablar de calidad. El lujo es algo muy personal. El concepto de lujo en nuestro caso lo entendí, indiscutiblemente con la oferta de servicios propios. Pero sin duda en la recuperación de elementos del edificio que pudiésemos incorporar en el diseño y la arquitectura del hotel, (desde dependencias y estructuras, hasta elementos singulares y/o anecdóticos) el lujo en cuestión, era la necesidad de realizar previamente la arqueología de la arquitectura que se iba a crear. No quedarnos simplemente con una ficha de catálogo de patrimonio o un sello de “bien catalogado”, sino bucear en sus entrañas y poder desgranar el edificio que, siendo inicialmente de carácter gótico, al cabo de los años había perdido todas sus referencias en una reforma integral del siglo XIX.
La arqueología de la arquitectura, nos llevó a valorar la necesidad de contextualizar la intervención, concepto manido pero que pocas veces se lleva a la práctica. Es indiferente que sea un edificio del siglo XIV, del siglo XIX o de los años setenta, lo importante para un resultado satisfactorio, es desgranar y despojar al edificio de sus cargas para recuperar su alma, o aspectos que nuestro deber es recordar y que sin duda, de esta manea tenemos un patrimonio histórico-turístico-arquitectónico inigualable.
La contextualización incorpora siempre aspectos que condicionan el proyecto. Es aquí donde otra de las cuestiones previas a resolver era el concepto de libertad. Hasta aquí no nos sentimos prisioneros de nada, porque todos esos condicionantes nos hacían más difícil el proyecto pero mucho más sugerente. Esa sensación de libertad se nos vino abajo cuando empezamos a querer encajar todo lo analizado con la cantidad ingente de normativa, tanto técnica como urbanística y turística. Tuvimos que tener en cuenta las innumerables normas técnicas y urbanísticas, y una ley de turismo modificada diez veces en los últimos cinco años, por si eso no nos condicionaba demasiado, más de trescientos ítems a tener en cuenta en el diseño y arquitectura de un hotel. En este punto me suelo acordar de Louis Sullivan cuando hace ya más de cien años como precursor de la arquitectura moderna, dijo una frase célebre, hoy muy debatible: “Form follows function”. Lo que no sabíamos es que esa frase realmente era del gran arquitecto romano Vitruvio. Hoy en la arquitectura contemporánea, podríamos sustituir la frase, por esta otra más actual y realista: “Design follows rules”.